martes, 4 de octubre de 2011

Y los sueños, sueños son

El otro día soñé que pilotaba una nave espacial y me deslizaba por el Sistema Solar. No había ni saltos al hiperespacio, ni imposibles explosiones, y ni siquiera sonaban los motores, pero lo cierto es que la nave viajaba por esa negrura infinita. Con esa naturalidad que sólo ocurre en los sueños, de cierta forma llegaba a algún sitio, y sin complicados aterrizajes, sin escafandra, más bien vestido de calle, abrí una puerta, la cerré detrás de mí y me vi en el felpudo de casa. Mi felpudo, el real, son varias imágenes del Sol, la Luna y las estrellas. Eché de menos el Ongi Etorri (Bienvenido). Luego desperté.

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