jueves, 29 de diciembre de 2011

Con otros ojos

En estas vacaciones estoy yendo bastante al monte y como tampoco subimos colosos ni montañas míticas, te da tiempo a pensar en algo más que en un dolor de piernas a la tarde. El campo ahora está en invierno, como durmiendo, y apenas hay colores más allá de los pardos y los tonos marrones oscuros, los árboles están desnudos y el suelo embarrado está justo debajo de una alfombra de hojas muertas. El frío hace que todo se cubra de una patina blanca que con el primer rayito de sol se convierte en gotitas brillantes, pero mis ojos además de esa belleza ven más cosas. Esto de haber estudiado biología, de saber cómo funcionan las criaturas vivas, hace que mires diferente, que escuches otra sinfonía más allá de la que genera el viento en las ramas desprovistas de las máquinas fotosintéticas. Cuando veo una hoja de haya en el suelo me vienen a la cabeza nombres de pigmentos vegetales, fórmulas y reacciones que se dan en su metabolismo cuando está viva o cuando el otoño dicta su ley y la despega de la rama, nombres científicos que creía olvidados, y todo en una especie de película atropellada a ritmo de videoclip musical. No, no le estoy quitando la poesía al monte, es algo natural y que desde niño me ocurre, me gusta ver más allá, mucho más allá y tener ojos como microscopios para ver lo infinitamente pequeño, ese baile de moléculas e interacciones, y que a las noches se conviertan en telescopios y poder disfrutar de lo infinitamente grande, del Universo. Eso sí, la montaña en invierno huele poco, así que uno de mis sentidos más afilados espera a la primavera. Llegará.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Hora de balances

2011 empezó mal en el terreno personal, hacia la mitad empeoró y luego el tiempo ha restañado heridas... más o menos. En lo profesional nuevas responsabilidades, un final de curso muy emotivo, un inicio del nuevo curso ilusionante y muchas nuevas sensaciones. Mientras, ahí fuera, parece que se avecinan nuevos cambios en Educación porque cada vez que llega un nuevo partido al poder quiere dejar su impronta en nuestro trabajo, así que habrá que apretarse nuevamente las tuercas y eso que están ya más ajustadas que las de un submarino. En esencia paso por ser un tipo positivo pero mi toque apocalíptico da coletazos con todo lo que está pasando, con la crisis, con el nuevo gobierno, con la falta de solidaridad o de movilización, pero hay una esperanza, eso que se quedó dentro de la caja de Pandora al abrirla. El domingo nos juntamos las viejas glorias de la insumisión con los nuevos integrantes de mi grupo antimilitarista y, curiosamente, no somos muy diferentes a pesar de llevarnos más de 20 años. Seguimos soñando y trabajando por una sociedad más justa, menos violenta y transmitimos esos valores en todos los ámbitos donde nos movemos, trabajamos y amamos. Sé que como estos neoconservadores se pasen lo más mínimo nos tendrán enfrente y esta vez las cámaras y los micrófonos son nuestros. Tenemos ganas de bronca y a la primera de cambio nos vamos a hacer notar, así que avisados quedan.

martes, 13 de diciembre de 2011

Superpoderes

Hoy he estado media hora esperando a una amiga a la salida de una parada de Metro, y me ha dado por desear tener el superpoder de saber qué piensa la gente. Me intriga el cerebro de la chica que se sabe guapa y que se mueve como tal, o la mente del adolescente que la mira con ojos golosos. ¿Qué pensaba el colgado que intentaba pasar una y otra vez con el semáforo en rojo? ¿Qué tenía en la cabeza la madre que vociferaba al peque que no le hacía caso? ¿En qué otro mundo estaban las dos adolescentes de uniforme que oían las cuitas de una tercera mientras tenían perdida la mirada en un cielo gris? El jubilado sentado a mi lado parecía que había puesto el off a su maquinaria cerebral y ni siquiera movía la cabeza, mientras que la chica de al lado tecleaba furiosa en la pantalla táctil del móvil a la vez que vocalizaba lo que iba escribiendo (sí, ¡me he enterado del mensaje!). ¿Qué le decía la embarazada a su tripa antes de cruzar la calle? La cara del encorbatado ejecutivo estaba muy, muy seria, como si se le hubiese perdido un dividendo (o un sustraendo, o un minuendo), y mascullaba algo por lo bajinis, pero su mente tenía que estar pensando algo muy jugoso. O no. Tener el superpoder de escuchar los pensamientos ajenos a voluntad podría estar bien o podría ser un verdadero calvario cuando estuvieses con la gente que supuestamente te quiere, o te aprecia, o te soporta. En esos momentos igual iba a ser mejor apagar el sistema y conformarse con lo cálidas que resultan sus miradas. Y lo dulce de sus palabras, al menos las que salen por sus bocas.

sábado, 3 de diciembre de 2011

La gente de 12 años está por explotar...

Pregunta en clase de Ciencias: si metes un vaso con agua fría y otro con agua caliente (no hirviendo) al congelador, ¿cuál se solidifica antes? Fifty-fifty en un bullicio innombrable, la mitad que mejor fría, que no se meten cosas calientes a la nevera, animal, y la otra mitad que mejor caliente sin saber explicar la causa, hasta que la morena del otro post, la que se sienta al lado de la rubia, ha concluido: "si lo preguntas así es que tiene trampa, que va contra la lógica y que se hace hielo antes la caliente que la fría" y ha añadido "seguro". Como dirían en la tele, zas! en toda la boca! Ahora había que buscarle una explicación y ahí la cosa era más resbalosa. Ummm, porque sí, porque tiene trampa, porque pasará algo, y ya no me he cortado y se lo he explicado (efecto Mpemba se llama). Seguro que en su casa algunos han hecho la prueba con la consiguiente bronca de los progenitores, y seguro también que no les ha salido del todo bien porque han abierto y cerrado la puerta del congelador una docena de veces, pero que el agua caliente se mueve más y se pone más en contacto con el frío exterior lo han entendido. Claro que el final de clase ha sido terrible: el calor sí existe, el frío no. Eink! 12 años y el profe no nos enseña certezas sino que nos llena la cabeza de dudas. P*to Mikel!

lunes, 28 de noviembre de 2011

Aire, que viento ya anda!

Hace un par de semanas el que esto escribe y su amigo del alma fueron una vez más a un monte navarro, al Ttutturre, cerca de Baraibar. La previsión meteorológica decía que a partir de mediodía entrábamos en una alerta de algún color por "fuertes rachas de viento en zonas expuestas". En un sube y baja continuo llegamos al ataque de la cumbre, sin demasiados problemas. El viento que nos había acariciado en los valles parece que se enteró de que tenía que cumplir la previsión, y coincidiendo con el mediodía, sopló y sopló como nunca lo habíamos soportado, y eso que ambos somos ya de edad provecta. Los últimos trescientos metros fueron un infierno donde casi se me vuelan las lentillas, donde avanzar era casi misión imposible y así acabé dos veces en el suelo. Es en esos momentos cuando te das cuenta de lo insignificantes que somos frente a las fuerzas de la Naturaleza, de cómo lo tuvieron que pasar nuestros antecesores en un mundo sin pronósticos, sin ropa técnica de montaña, sin botas con suela Vibram y sin GPS. Estamos donde estamos porque otros muchos resistieron a Mama (más bien madrastra) Natura. "Resistir es vencer". ¡Ah! Y llegamos a la cumbre, que conste, pero de la bajada mejor no escribo nada.

PS: En euskera "racha fuerte de viento" se dice "ufada". ¡Uf!

martes, 22 de noviembre de 2011

Derecha, izquierda, derecha...

Ya pasó el 20N y sus quesitos de colores en la tele que no son mini-Babybel. Esta vez sí hubo ganadores claros y perdedores rotundos, y en todos los sitios se hablaba de derecha rampante y de izquierda agonizante. A estas alturas de la historia humana igual es muy simple eso de clasificar las políticas en esos dos extremos, aunque ya lo ha hecho la iglesia desde hace 2000 años poniendo a los buenos a la derecha de dios y llamando "siniestros" a los de la zurda (y es que la iglesia siempre ha sido muy de derechas, sensu lato). Yo creo que hay muchos tipos de personas y es difícil meter a todas en compartimentos estancos, pero sí que entre los Homo sapiens sapiens parece que hay dos tendencias claras, una hacia el altruismo, pensar en los demás, y otra hacia el egoísmo, pensar sólo en sí mismo. Vale que puede parecer una explicación simplista, vale que hay muchas izquierdas y muchas derechas, pero me gusta creer que este mundo sería diferente si fuésemos más altruistas independientemente de nacionalidad, lengua o color, aunque dada la dictadura de la economía y el recurso a eso tan clásico que es el hedonismo, hace que todo ese "pensar en los demás" quede en segundo plano cuando venza el "vaya yo caliente...". De momento resistiremos el embate de los egoístas con la táctica del judoka.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Pastilla roja, pastilla azul

En la película Matrix, Morfeo le ofrece a Neo, el protagonista, dos pastillas para que elija. Con la azul seguiría en el mundo que conoce, controlado, sin fisuras, con un trabajo y una realidad clara. Si tomara la roja iría a un mundo real que parece tiene poco que ver con el suyo. Neo toma la roja y se sumerge en un planeta post-apocalíptico bajo el dominio de las máquinas, que en realidad es el mundo real y no el virtual en el que vivía. Allí empieza la acción y la zozobra. Estamos en tiempos de decisiones y en todos los sitios nos ofertan pastillas de todos los colores, rojas, más rojas, azules, verdes, magenta, con formas grabadas en la superficie como círculos, puentes y nos hablan de pelea, cambio, naturaleza, oportunidad, alternativa, ¡buf!, casi todo patrañas. Si de verdad estuviéramos en la tesitura de Neo, ¿elegiríamos la roja o la azul? ¿Elegiríamos lanzarnos a la aventura de conocer la supuesta cruda realidad o permaneceríamos en el mundo que conocemos? ¿Optaríamos por bucear en lo desconocido o seguiríamos abrazados al flotador y cerca de la orilla? Tal vez, sólo tal vez, una salida digna sería renunciar a las pastillas y pensar que la realidad es algo que fabricamos día a día, y que es tan bella o tan fea como nos la permitamos imaginar. ¿Y tú? ¿Roja o azul?

domingo, 13 de noviembre de 2011

¿No es el final del camino? Pues sí.

Hoy he estado en un restaurante con una amiga y en la conversación ha salido la Muerte. Vale, no parece un tema muy adecuado cuando estás comiendo un bistec de vaca o unos muslos de pato aunque ambos animales estén kaput, pero hablábamos de si estamos preparados para enfrentarnos a la muerte, propia o ajena, o más que enfrentarnos, igual sería mejor decir, para asimilarla. En esta sociedad que parece va rauda hacia ningún sitio, hay una serie de temas que parecen tabú y que se tocan poco, se nombran menos y se trata de pasar de puntillas cuando salen a colación y, sin dudarlo, uno de ellos es el que habla del deceso. Las más de las veces buscamos eufemismos como "se fue a mejor vida", "salió del planeta", "nos mira desde arriba", "volverá de otra forma" según los gustos y creencias de cada uno, y casi siempre nos da un poco de repelús pensar en que no estamos aquí para siempre, ni nosotros ni los que queremos. Para una sociedad descreída como la nuestra la cosa se agrava porque no hay más allá, ni más acá, ni nada de nada después de la defunción, y esto genera aún más zozobra, como si quisiéramos ser eternos, como si fuéramos dueños de nuestra biología que es un camino directo a la tumba. No lo entendemos y no somos capaces de explicarlo a los peques, no queremos dejar ir a nadie pero es ley de Vida. Un grupo humano que no entiende la muerte está condenado a vivir con miedo y no saber partir. Algo habrá que hacer. SOS!

viernes, 11 de noviembre de 2011

Risas enlatadas

Otra vez la alumnita de hace dos post la ha vuelto a liar, esta vez con la colaboración de su compi de pupitre que son casi como Isis y Nephtis, una rubia y otra morena. En un momento de receso en clase y hablando de las series de humor en televisión, se quejaban, casi a coro, de que en uno de esos programas habían eliminado las risas enlatadas esas que se oyen tras cada chiste o situación graciosa, y claro, ahora ya no sabían cuándo reírse. Estas infantes de 12 años no saben hasta qué punto pueden hacer descarrilar la locomotora que es el cerebro de su profe. ¡No te fastidia! Sin las risas,  no saben si una situación es graciosa y tienen que poner en marcha todos esos músculos de la cara que hacen falta para esbozar una sonrisa, reír o carcajearse a mandíbula batiente. Pero puede que no les falte razón y en eso radica lo más preocupante de la historia: necesitamos que nos guíen también en nuestras emociones. Da miedo hasta escribirlo, pero puede que sea así más veces de las que queremos admitir, y es posible que en una relación sentimental esa guía sea adecuada y fructífera. Otras veces es camino seguro al abismo.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

La mentira tiene las patas cortas

Hoy he oído en la radio a Iker Galarza, el Pruden de "Vaya Semanita", un tipo que habla muy bien y ha declarado que en su programa de humor, "contamos mentiras para decir verdades". Ummm, sugerente. Para un trabajo que quiere reírse de ciertas actitudes de nuestra sociedad puede ser útil, pero en la vida real el aforismo no funciona. Desde pequeños nos enseñan que está feo mentir pero enseguida entendemos que con falsedades se pueden lograr cosas agradables o evitar otras bastante desagradables. Casi desde la cuna sabemos decir "yo no he sido" como si naciéramos con esa palabras grabadas en el encéfalo, mentimos para ocultar lo que hemos hecho, lo que vamos a hacer o lo que de verdad queremos hacer, pero eso sí, pedimos sinceridad a todos los de nuestro alrededor. Tenemos un morro que nos lo pisamos. Lo que sí desarrollamos con tanta práctica "patrañera" es saber quién es mentiroso en sus diversas gradaciones, infantil, inofensivo, interesado, compulsivo y... político (vale, no he podido evitarlo). Sabemos cuando alguien miente y a veces hasta adivinamos sus intenciones, tanto es así que podemos llegar a ser cómplices de lo que desea ese/a "patrañas". ¡Parece mentira!

martes, 8 de noviembre de 2011

La importancia de una letra. O dos.

El otro día una de mis alumnitas de primero de DBH (ESO), leía lo que habían comentado en una reunión con el director. Tras las primeras advertencias y noticias, tenía información sobre los siguientes eventos en el insti, y ella leyó "evacuación" en vez de "evaluación" (en euskera también suenan parecido), y después de las risas, de ponernos un poco escatológicos (habitualmente nos ponemos sicalípticos), me quedé pensando en lo mucho que puede variar el sentido de una palabra cambiando una letra, o añadiéndola, o quitándola. Así tenemos casada y cansada, capitalismo y canibalismo, escuela y esquela... ¡Eh! ¡Alto ahí! Una de las principales ignominias que caen sobre nuestro oficio de docentes, es que matamos la creatividad y ni siquiera vamos a su funeral, sino que lo celebramos con un examen y unos cuantos pencos. Quizá tengamos que diferenciar bien qué es formación, qué es educación, qué es atención y qué son los milagros, porque desasnar la "burricie" que algunos traen de casa igual es más cosa de Lourdes que de profesionales de la educación. O de la formación. O de ambas. Si los progenitores no han invertido nada en su peque, que no esperen obtener dividendos. Donde no hay mata, no hay patata. Ni alavesa ni ninguna.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Un proyecto para seguir viviendo

Ayer en Donostia, un amigo que cuida ancianos nos contaba lo importante que es tener un proyecto. Personas que él cuida se van marchitando porque se han abandonado, se quedan mirando la vida pasar, entran en depresión y mueren antes. A lo largo de nuestra vida los monitos desnudos que somos vamos elaborando proyectos, a veces quiméricos,  otras veces reales, las más ni lo uno ni lo otro, y así, cruzando metas volantes o la gran meta del proyecto conseguido, vamos invirtiendo energías, cosechando triunfos o sinsabores, pero aprendiendo, y por lo tanto estamos vivos. En cuanto damos todo por sabido o estamos a la espera del último retortijón que nos dé nuestro cuerpo, justo en ese momento en el que abandonamos nuestra vida a la inercia, se apaga nuestra existencia aunque permanezcamos aún en el planeta. La diferencia entre un ser humano que tiene inquietudes, que proyecta cuál será su próxima meta y el que ya no cuenta con ninguna, es la que hay entre la luz y la oscuridad, entre estar vivo o no estarlo. Y no lo olvidemos, aprendiendo, tanto de los éxitos como de los fracasos. Y tú ¿ya tienes algún proyecto?

sábado, 29 de octubre de 2011

La importancia de la memoria

No, esto no tiene que ver con Euskal Herria, el terrorismo o la venganza. Mi alumnado me dice a diario que me acuerdo de todo, que tengo un montón de información en la cabeza (inservible la mayoría, seguro), y a estas nuevas generaciones semejante memoria les parece cuando menos, rara. Cuando buscan un dato ya no recurren a libros, enciclopedias o revistas que son donde yo lo aprendí casi todo, y San Google les aporta todo lo que necesitan. Pero no siempre funciona. Les pedí el otro día que buscasen cuál era el mayor pozo hecho por el ser humano de forma artificial y algunos se quejaron amargamente de que sin algún nombre, alguna pista de la localización, era difícil buscar algo. Un par de chicas lo encontraron sin problemas. Google: "pozo más profundo" y ya tenían la respuesta. Ni enciclopedias, ni consultar a los conocimientos de sus progenitores o ascendientes, la tecnología venía al rescate y la península de Kola espero que les resulte conocida de ahora en adelante, aunque seguro que lo recuerdan más porque suena a su refresco favorito. ¿Cuándo lo olvidarán? Espero que con la pasión y la intriga que puse en la explicación les dure algo más en la memoria. Lo espero y lo deseo.

jueves, 27 de octubre de 2011

¿Inteligente o listo?

Hoy nuestra inspectora nos ha preguntado si tenemos algún alumno/a de altas capacidades, eso que antes se llamaba superdotado/a, y al director y a mí se nos ha quedado cara de circunstancias. ¿Cómo se sabe eso? ¿Cuál la diferencia en la enseñanza reglada entre la gente de altas capacidades y la de bajas capacidades si en el aula se comportan igual? Dicen que las personas superdotadas se aburren en las clases que damos, que su rendimiento académico es bajo porque necesitan otro tipo de actuación al estilo de la que reciben los que son justo todo lo contrario. Dicen también, que hay muchos más de los que están contabilizados porque no los detectamos, e igual había que hacer un test de CI a todos/as, profesorado incluido y ver qué pasa (¡miedo me da!). Yo creo que hay muchísima gente inteligente que no es nada lista y otra muchísima que es muy lista pero poco inteligente, ahora bien, si me dicen qué prefiero, pues mira, NPI. Será que no soy ni listo, ni inteligente, ni todo lo contrario. ¡Eso será!

sábado, 22 de octubre de 2011

Hoy pudo ser un gran día...

Pero no lo fue. Después del abandono de las armas por parte de ETA de ayer mismo, esperaba euforia entre mis compañeros, en la calle, en las plazas, entre el alumnado que hasta tiene familiares en la cárcel, pero no ha pasado nada de lo mencionado. Nada. Es normal que al alumnado, que tiene un máximo de 16 años, la noticia se la traiga al fresco, pero entre mis compañeros, mis amigos, la gente de la calle... ummm, nada de nada. Cuando alguien mete un gol en el último minuto la alegría se dispara (igual no es el verbo adecuado aquí), pero esto parecía "la crónica de una muerte anunciada" y a nadie le ha sorprendido fuera de lo teatral que quiera ponerse cada uno. Durante los cursos antes de entrar en la universidad, ETA mataba más de 80 personas por año, e igual que ahora, la reacción era mínima. Somos simios curiosos, sí, pero esta vez no es porque tengamos esa cualidad que es la curiosidad, sino porque a veces no reaccionamos como cabría esperar. Cada día entiendo menos al Homo sapiens sapiens. De verdad.

martes, 18 de octubre de 2011

Tan distintos, tan iguales...

Hoy me ha tocado cuidar un par de exámenes y ahí se aprende cómo nos enfrentemos a las pruebas que nos pone la vida. Hay personas llenas de dudas que se hunden ante el mínimo obstáculo; otras, igualmente plenas de inseguridades, frente a las dificultades se crecen y rinden más de lo esperado. Aún hay otras que necesitan inspirarse mirando al techo, buscar en su memoria algo que no está y que no les va a llover de allí arriba. Pocas son, pero las hay, que rozan el perfeccionismo enfermizo, se mueven como lagartijas y quieren demostrar lo mucho que han estudiado y su excelsa memoria. Las hay que miden el esfuerzo, gastan lo justo para llegar a superar la prueba y a veces calibran mal. Frente a una prueba o un obstáculo somos todos muy distintos y a la vez, muy iguales. Una vez leí una de esas frases con mensaje, "Con las dificultades no se puede pactar, o las vencemos o nos vencen", y frente a un examen o cualquier circunstancia de la vida puede ser útil, aunque yo soy prefiero la filosofía del maestro Yoda: "Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes".

viernes, 14 de octubre de 2011

La película de tu vida

Para los que tenemos buena memoria, la vida se desarrolla como una película y en cada conversación oímos un trozo de guión. Así es muy fácil toparse con El Padrino, "Le voy a hacer una oferta que no podrá rechazar" y se oye menos lo de Casablanca, "Este es el comienzo de una gran amistad". Sería difícil escuchar la mítica frase de Blade Runner, "Yo he visto cosas que vosotros no creeríais: atacar naves en llamas más allá de Orión", pero Apolo 13 se nos presenta a diario, "Houston, tenemos un problema". Cada día antes de entrar a trabajar suena en mi cabeza Gladiator, "A veces hago lo que deseo hacer. El resto del tiempo hago lo que debo", y después de seis horas en el insti, en la última reunión sale a colación Expediente X, "La verdad está ahí fuera". Cuando entre nuestro alumnado vuelan insultos, Forrest Gump viene en nuestro auxilio, "Tonto es el que hace tonterías", y en Matrix se dice lo que suele ser el resumen de mi filosofía a la hora de educar, "Yo sólo puedo mostrarte la puerta, tú tienes que atravesarla". Parece que ya todo está escrito, y que en los guiones de las películas que nos gustan se lee nuestra vida pasada, presente y futura. Para acabar una, que he dicho y he oído, "-Rett, si te vas ¿a dónde iré yo?, ¿qué podré hacer? - Francamente querida, eso no me importa"Lo que el viento se llevó

miércoles, 12 de octubre de 2011

Lo que no cuidamos...

Kandido era un venerable anciano que mimaba un huerto justo al lado del insti donde trabajo. Este hombre de Berriz, Bizkaia, cuidaba cada milímetro de su parcela, la mantenía limpia de "malas hierbas" y cultivaba sus lechugas, pimientos, vainas, etc., con un esmero digno de admiración, tanto es así que parte de nuestro alumnado en un proyecto de conservación del medio ambiente, visitaba frecuentemente su huerta y él les instruía. Kandido murió hace menos de un año allí mismo, en su terreno, y le rendimos un merecido homenaje en la revista que publicamos trimestralmente, pero lo curioso y de lo que más aprendió el alumnado, es de lo que pasó en ese trozo de tierra donde Kandido invertía horas y horas. Mama natura, que es más madrastra que madre, ya sin la presencia de ese ser humano, hizo su labor y se comió literalmente sus cultivos en muy poco tiempo. Lo que antes estaba milimétricamente diseñado, se convirtió en meses en una tupida selva de hierbajos, matas y enredaderas que no dejaban ver ni un trocito de la otrora bien cuidada huerta. Algo aprendimos: lo que no se cuida, vuelve a su estado natural, que muchas veces no es el que esperamos.

domingo, 9 de octubre de 2011

Esa nariz traidora...

"Ayer volví a Mandderley..." Así empezaba la película Rebeca..., pero no, ayer volví al pueblo natal de mi ama en La Rioja y de nuevo comprobé que el olfato nos pierde. Cuando entramos en una casa en la que hemos pasado las vacaciones de nuestra infancia, no son los cuadros que aún cuelgan en sus paredes los que nos traen recuerdos, y no son los muebles que todavía se conservan en su sitio los que nos hacen rememorar viajas andanzas entre pasillos. Al entrar, es tu nariz la que se sintoniza con la casa y te hace disparar un montón de diapositivas en tu cerebro en un "Pobrepoint" caótico. De repente, ¡zas!, recuerdas personas, conversaciones, caras, ruidos, sabores y caricias. El poder evocador es tal, que parece que se pudiera viajar en el tiempo, volver a esos lejanos días y disfrutar de personas que ya no están en el planeta. Si el olfato nos ata tanto a los recuerdos, no me extraña que nos enganchemos de la forma que lo hacemos a otros seres humanos que son o han sido algo en nuestras vidas. Y es que olían bien. O mal.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Hojas caen...

Desde la ventana de 4ºA en mi insti se ve un tupido bosque en el que poco a poco va llegando el otoño. El verde follaje de hace un mes va amarilleando o tomando tonos ocres, y las hojas que antes ni una tormenta de verano lograba arrancar de las ramas (¡qué anuncio ha perdido Loctite!), ahora vuelan hasta el suelo. En esas estaba cuando he tenido que ir al servicio donde no hay ventanas pero sí un maldito espejo. El otoño está llegando ahí fuera y en mi pelo, antes oscuro como la noche, no se ve el amarillo o el pardo sino zonas de blanco níveo ¿Me he saltado una estación y estoy en pleno invierno? ¿Cuándo me empezará a nevar en el alma?

martes, 4 de octubre de 2011

Y los sueños, sueños son

El otro día soñé que pilotaba una nave espacial y me deslizaba por el Sistema Solar. No había ni saltos al hiperespacio, ni imposibles explosiones, y ni siquiera sonaban los motores, pero lo cierto es que la nave viajaba por esa negrura infinita. Con esa naturalidad que sólo ocurre en los sueños, de cierta forma llegaba a algún sitio, y sin complicados aterrizajes, sin escafandra, más bien vestido de calle, abrí una puerta, la cerré detrás de mí y me vi en el felpudo de casa. Mi felpudo, el real, son varias imágenes del Sol, la Luna y las estrellas. Eché de menos el Ongi Etorri (Bienvenido). Luego desperté.

Relato corto de una vivencia que me ocurrió el 28 de septiembre

Hoy en Durango, al otro lado del semáforo, estaba probablemente la mujer de mi vida. Despistada, con un precioso vestido corto y unos colores no demasiado bien conjuntados, esperaba pacientemente al lado de dos jubilados. Miraba en mi dirección melena al viento, pero probablemente no me veía porque parecía como que buscaba un dato en su cabeza y no le venía. Se ha puesto en verde el semáforo, nos hemos cruzado en medio de la calzada, a escasos 20 centímetros... y una vez más la mujer de mi vida no ha coincidido en mi camino. Bueno, la tierra es redonda, así que igual, en otro momento, nos volveremos a cruzar y... volverá a ocurrir lo mismo. Probablemente.

Leído en el programa La Noche Despierta de EiTB