martes, 22 de enero de 2013

Los sobres de la discordia

Anoche en mi colaboración en el programa  La Noche Despierta de Radio Euskadi dirigido por Javier Domínguez leí las siguientes líneas (el audio aquí):

 Vamos a imaginar una situación hipotética. Después de entrar muy joven en política, haber hecho muchos favores a los que de verdad mandaban en el partido, haber dicho amén a todos los ofrecimientos de esa gente, haber escalado en las listas y pasar de ser el último mono en la municipal a ser el tercero para ir al congreso, de repente te ves de diputado con tu despacho y tu tablet regalado. Un día cualquiera, antes de esas soporíferas sesiones en la cámara baja, mientras estás haciendo una compra online por internet, se cuela en tu despacho uno de esos que pintan mucho en tu formación, alguien a quien le rinden pleitesía hasta los más altos cargos y te dice que es costumbre del partido repartir unos sobresueldos (en sobre como su nombre indica) para poder llegar holgados a fin de mes, algo que se ha hecho desde hace mucho con gran aceptación de crítica y público. Abres el sobre de color sepia y dentro cuentas 10 billetes morados, 5000 €, casi tanto como tu nómina de diputado. Le miras a los ojos al atractivo gañán y... ¿Y? ¿Qué haría nuestra docta audiencia? ¿Qué haría cada persona que ha escuchado esta historia? 

 Evidentemente ni justifico ni apruebo semejante actitud pero me gustaría zarandear unas cuantas conciencias. Los que hoy se rasgan las vestiduras por ese trinque inmisericorde en el que se ha convertido la política, igual devolverían el sobre... vacío.

Parece en esos sobresueldos no iban sólo las posibilidades de llevar un mejor nivel de vida si eres político en este país, sino que también iban la sanidad y la educación públicas y los sueños de mucha gente. Se merecen todo el castigo que se han ganado y más. Ahora nos llorarán y dirán que los políticos tienen mala imagen. Jo, ganada a pulso, colegas, ganada a pulso.

viernes, 11 de enero de 2013

El uso de las IKT/TIC, el abuso y las olas

Alvin Tofler, un escritor de NY, explicó muy bien el desarrollo de la humanidad en su libro La Tercera Ola que devoré con fruición. Hablaba de una primera ola agraria que cambió el mundo, una segunda industrial que lo volvió a cambiar y la última en llegar, la tecnológica, que lo ha puesto patas arriba. Cada ola iba cambiando el modelo de familia, de escuela, de producción y hasta de relaciones personales y Tofler explicaba muy bien ese fragor de olas con sus consecuencias. Los progenitores de nuestro alumnado se quejan ahora de lo enganchada que está la gente menuda a sus smartphones, a sus ordenadores y cómo ponen de excusa que tienen que buscar info para el insti y quedarse así horas y horas "amorraos" a la pantalla. Alegan que no saben en qué están sus hijos/as porque el ordenador está en su habitación o porque llevan el móvil hasta al WC o la cama, pero les preocupa esa pérdida de tiempo que hace que bajen las notas. A ver, lo primero, esto no es un fifty-fifty y en la escuela, en el insti, instruimos y damos pautas educativas pero, y que esto quede muy claro, la Educación con mayúsculas se da en casa, en eso tan bucólico del "calor del hogar". Si no sabes en qué se andan por los procelosos océanos digitales, habla con tu progenie y que te explique la razón de meter horas en esos diálogos llenos de iconos raros; si no quieres o no te atreves a preguntar igual tienes un problema. Si la gente madura tienen un enganche que no es normal con eso de la infoxicación, con el Whatsapp, el Facebook, el Twitter o los chats, imagina un preadolescente al que se le abre una ventana a la calle y se le dice que sólo puede mirar a las macetas que hay en el alfeizar, que no fisgue la casa de enfrente o la calle. La solución no es fácil. En mi época la gente se enganchaba a la música, al deporte o a las drogas para no estudiar y la queja de padres y madres era parecida, pero hoy 2.500 millones de personas en el planeta están conectadas  a Internet y tienen algo que contar. ¿Cómo controlar el uso y abuso de las IKT/TIC? De momento el diálogo puede ser un buen inicio y darse una vuelta por aquí no estaría mal.