jueves, 29 de diciembre de 2011

Con otros ojos

En estas vacaciones estoy yendo bastante al monte y como tampoco subimos colosos ni montañas míticas, te da tiempo a pensar en algo más que en un dolor de piernas a la tarde. El campo ahora está en invierno, como durmiendo, y apenas hay colores más allá de los pardos y los tonos marrones oscuros, los árboles están desnudos y el suelo embarrado está justo debajo de una alfombra de hojas muertas. El frío hace que todo se cubra de una patina blanca que con el primer rayito de sol se convierte en gotitas brillantes, pero mis ojos además de esa belleza ven más cosas. Esto de haber estudiado biología, de saber cómo funcionan las criaturas vivas, hace que mires diferente, que escuches otra sinfonía más allá de la que genera el viento en las ramas desprovistas de las máquinas fotosintéticas. Cuando veo una hoja de haya en el suelo me vienen a la cabeza nombres de pigmentos vegetales, fórmulas y reacciones que se dan en su metabolismo cuando está viva o cuando el otoño dicta su ley y la despega de la rama, nombres científicos que creía olvidados, y todo en una especie de película atropellada a ritmo de videoclip musical. No, no le estoy quitando la poesía al monte, es algo natural y que desde niño me ocurre, me gusta ver más allá, mucho más allá y tener ojos como microscopios para ver lo infinitamente pequeño, ese baile de moléculas e interacciones, y que a las noches se conviertan en telescopios y poder disfrutar de lo infinitamente grande, del Universo. Eso sí, la montaña en invierno huele poco, así que uno de mis sentidos más afilados espera a la primavera. Llegará.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Hora de balances

2011 empezó mal en el terreno personal, hacia la mitad empeoró y luego el tiempo ha restañado heridas... más o menos. En lo profesional nuevas responsabilidades, un final de curso muy emotivo, un inicio del nuevo curso ilusionante y muchas nuevas sensaciones. Mientras, ahí fuera, parece que se avecinan nuevos cambios en Educación porque cada vez que llega un nuevo partido al poder quiere dejar su impronta en nuestro trabajo, así que habrá que apretarse nuevamente las tuercas y eso que están ya más ajustadas que las de un submarino. En esencia paso por ser un tipo positivo pero mi toque apocalíptico da coletazos con todo lo que está pasando, con la crisis, con el nuevo gobierno, con la falta de solidaridad o de movilización, pero hay una esperanza, eso que se quedó dentro de la caja de Pandora al abrirla. El domingo nos juntamos las viejas glorias de la insumisión con los nuevos integrantes de mi grupo antimilitarista y, curiosamente, no somos muy diferentes a pesar de llevarnos más de 20 años. Seguimos soñando y trabajando por una sociedad más justa, menos violenta y transmitimos esos valores en todos los ámbitos donde nos movemos, trabajamos y amamos. Sé que como estos neoconservadores se pasen lo más mínimo nos tendrán enfrente y esta vez las cámaras y los micrófonos son nuestros. Tenemos ganas de bronca y a la primera de cambio nos vamos a hacer notar, así que avisados quedan.

martes, 13 de diciembre de 2011

Superpoderes

Hoy he estado media hora esperando a una amiga a la salida de una parada de Metro, y me ha dado por desear tener el superpoder de saber qué piensa la gente. Me intriga el cerebro de la chica que se sabe guapa y que se mueve como tal, o la mente del adolescente que la mira con ojos golosos. ¿Qué pensaba el colgado que intentaba pasar una y otra vez con el semáforo en rojo? ¿Qué tenía en la cabeza la madre que vociferaba al peque que no le hacía caso? ¿En qué otro mundo estaban las dos adolescentes de uniforme que oían las cuitas de una tercera mientras tenían perdida la mirada en un cielo gris? El jubilado sentado a mi lado parecía que había puesto el off a su maquinaria cerebral y ni siquiera movía la cabeza, mientras que la chica de al lado tecleaba furiosa en la pantalla táctil del móvil a la vez que vocalizaba lo que iba escribiendo (sí, ¡me he enterado del mensaje!). ¿Qué le decía la embarazada a su tripa antes de cruzar la calle? La cara del encorbatado ejecutivo estaba muy, muy seria, como si se le hubiese perdido un dividendo (o un sustraendo, o un minuendo), y mascullaba algo por lo bajinis, pero su mente tenía que estar pensando algo muy jugoso. O no. Tener el superpoder de escuchar los pensamientos ajenos a voluntad podría estar bien o podría ser un verdadero calvario cuando estuvieses con la gente que supuestamente te quiere, o te aprecia, o te soporta. En esos momentos igual iba a ser mejor apagar el sistema y conformarse con lo cálidas que resultan sus miradas. Y lo dulce de sus palabras, al menos las que salen por sus bocas.

sábado, 3 de diciembre de 2011

La gente de 12 años está por explotar...

Pregunta en clase de Ciencias: si metes un vaso con agua fría y otro con agua caliente (no hirviendo) al congelador, ¿cuál se solidifica antes? Fifty-fifty en un bullicio innombrable, la mitad que mejor fría, que no se meten cosas calientes a la nevera, animal, y la otra mitad que mejor caliente sin saber explicar la causa, hasta que la morena del otro post, la que se sienta al lado de la rubia, ha concluido: "si lo preguntas así es que tiene trampa, que va contra la lógica y que se hace hielo antes la caliente que la fría" y ha añadido "seguro". Como dirían en la tele, zas! en toda la boca! Ahora había que buscarle una explicación y ahí la cosa era más resbalosa. Ummm, porque sí, porque tiene trampa, porque pasará algo, y ya no me he cortado y se lo he explicado (efecto Mpemba se llama). Seguro que en su casa algunos han hecho la prueba con la consiguiente bronca de los progenitores, y seguro también que no les ha salido del todo bien porque han abierto y cerrado la puerta del congelador una docena de veces, pero que el agua caliente se mueve más y se pone más en contacto con el frío exterior lo han entendido. Claro que el final de clase ha sido terrible: el calor sí existe, el frío no. Eink! 12 años y el profe no nos enseña certezas sino que nos llena la cabeza de dudas. P*to Mikel!