domingo, 13 de noviembre de 2011

¿No es el final del camino? Pues sí.

Hoy he estado en un restaurante con una amiga y en la conversación ha salido la Muerte. Vale, no parece un tema muy adecuado cuando estás comiendo un bistec de vaca o unos muslos de pato aunque ambos animales estén kaput, pero hablábamos de si estamos preparados para enfrentarnos a la muerte, propia o ajena, o más que enfrentarnos, igual sería mejor decir, para asimilarla. En esta sociedad que parece va rauda hacia ningún sitio, hay una serie de temas que parecen tabú y que se tocan poco, se nombran menos y se trata de pasar de puntillas cuando salen a colación y, sin dudarlo, uno de ellos es el que habla del deceso. Las más de las veces buscamos eufemismos como "se fue a mejor vida", "salió del planeta", "nos mira desde arriba", "volverá de otra forma" según los gustos y creencias de cada uno, y casi siempre nos da un poco de repelús pensar en que no estamos aquí para siempre, ni nosotros ni los que queremos. Para una sociedad descreída como la nuestra la cosa se agrava porque no hay más allá, ni más acá, ni nada de nada después de la defunción, y esto genera aún más zozobra, como si quisiéramos ser eternos, como si fuéramos dueños de nuestra biología que es un camino directo a la tumba. No lo entendemos y no somos capaces de explicarlo a los peques, no queremos dejar ir a nadie pero es ley de Vida. Un grupo humano que no entiende la muerte está condenado a vivir con miedo y no saber partir. Algo habrá que hacer. SOS!

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